Últimamente los domingos son terroríficos. De unas semanas a esta parte me tumbo en el sofá super deprimida, en plan:
– ¿Qué estoy haciendo con mi vida?
– ¿Pero en qué mundo vivimos? ¿Cómo pueden pasar estas cosas?
– ¡vaya mal está la tele!
Si. Ya sé. Debería dar un paseo, airearme un poco y aprovechar el tiempo libre pero no. Opto por auto compadecerme y mi pobre marido, al que le gusta andar más que a mi un chuletón cuasi vivo, me mira con cara de circunstancias preguntándose ensimismado cuándo voy a reaccionar o, más bien, se cuestiona si corre sangre por mis venas porque yo sigo ahí tumbada, como un vegetal, un domingo más.
Y no lo entiendo porque llega el lunes, pongo un pie en la oficina y ¡Pum!. Pistoletazo de salida. Como si me hubiera metido Red Bull para un mes… trabajo, entrenamientos, hijos, reuniones… se me pasa la semana en un plis plás y no he parado ni un minuto. He tenido jornadas maratonianas y más feliz que una perdiz.
Pero ahi de mí que la semana se acaba pronto y de nuevo el domingo me cae encima como una losa. Televisión, algún libro, móvil y a auto compadecerse. En mi defensa diré que por lo menos no caigo en el picoteo, que eso ya es mucho, pero en serio,
¡Tengo que cambiar el chip a la de ya!
Así que este finde me voy ¡¡¡ a la Javierada!!!
Bueno, habrá quien no tenga ni idea de lo que es pero yo lo explico:
La Javierada es un peregrinaje que muchos navarros hacemos a Javier los dos primeros fines de semana de marzo, predominando en unos un fuerte sentimiento religioso a fin de venerar al Santo y en otros, entre los que me incluyo, un sentir deportivo lúdico.
Mas bien, en mi caso, se trata de no desaprovechar una oportunidad de aparcar a los peques con los yayos y pasar el rato con mi maridito y los amigos. El tema religioso me pilla algo mas alejado la verdad.
Pues bien. Como yo saldré el sábado desde Carcastillo -que aunque me animo a todo reconozco mis limitaciones- me clavaré mis buenos kilómetros andando hasta Sangüesa, y el domingo me será imposible hacer tumbing porque nos tocará madrugar de nuevo para ir hacia Javier.
Y digo yo que como no voy a tener tiempo de entrar en barrena, con suerte cambiaré el chip… y si no… pues tendré que pensar muy seriamente en ello, que no es plan de parecer una lechuga pocha mal plantá todos los domingos. Más bien por el tema del ejemplo, no vayamos a reñir todos en mi casa por mi sofá.