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«Eres una persona muy intensa»…

 

Algunas personas hemos escuchado estas palabras más veces de las que nos gustaría, y lo habitual es que nos las tomemos como una crítica velada a nuestra forma de ser, aunque en realidad no tiene por qué. La intensidad tiene su lado bueno, y es muy interesante hacer un esfuerzo por conocerlo.

 

Partamos primero de lo más básico.

 

 

¿Qué es ser intenso?

 

Para la RAE ser intenso significa «tener intensidad», lo que a decir verdad no aclara demasiado, no obstante añade otra acepción, quizás la que más importancia tiene cuando hablamos de personas, y es la de «ser muy vehemente y vivo», que implica a su vez «tener una fuerza impetuosa, ser ardiente, apasionado y también obrar de forma irreflexiva o dejándose llevar por los impulsos».

 

Si buscamos en otras fuentes encontraremos también apelativos como «fuerte, enérgico, potente, visceral, penetrante e incluso obsesivo».

 

Aunque a mí la que más me convence es la de Jose Luis Sánchez, autor del blog Incansable Aspersor.

 

«Una persona muy intensa es aquella que normalmente manifiesta niveles de energía muy elevados, ya sea en lo físico, emocional o intelectual» .

 

Este nivel de energía no tiene por qué darse en todos y cada uno de estos ámbitos, aunque en algunas personas es así.

 

Hablemos de ellos.

 

 

Intensidad física

 

La intensidad física alude a un alto nivel de energía física que puede darse tanto en el ámbito laboral como en el personal.

 

En el terreno laboral podemos hablar de una persona muy trabajadora, incansable, de las que parece que nunca saben irse a casa y cuando lo hacen tienen dificultades para  desconectar. Pueden ser extremadamente exigentes tanto consigo mismos como con los demás y siempre tienen cosas por hacer, no es cuestión de que no hagan lo que les corresponde, al contrario, es que van mucho más allá. Son personas extremadamente responsables y con gran disciplina, que buscan la excelencia y ponen el alma en todo lo que hacen.

 

Por contra, cuando alguien muy intenso a nivel laboral se obsesiona por el trabajo en exceso puede generar un ambiente de alta exigencia que afecte al equipo y a sí mismo, existiendo el riesgo de que se pase de frenada, es decir, de que se agote.  Lo importante, caso de serlo, es tener presente hasta qué punto tu intensidad es beneficiosa para tí mismo, tu equipo y tu empresa.

 

En el terreno personal se las identifica erróneamente como hiperactivas, aunque en realidad no lo son. La hiperactividad como afección hace referencia a la dificultad para concentrarse, para estar quieto e incluso para prestar atención, cuando en realidad una persona muy intensa a nivel físico puede tener plenas capacidades de concentración en lo que hace, por ejemplo en la práctica de un deporte concreto, para lo que precisa además un gran esfuerzo. Este tipo de intensidad hace referencia a la necesidad de estar continuamente haciendo cosas, de no saber estar sin hacer nada, o de cundir demasiado.

 

Intensidad Emocional

 

La intensidad emocional es quizás a la que se refiere la mayor parte de la gente que da el feedback de «Eres muy intenso», y es a la que yo misma aludía cuando escribí Cómo convivir con la intensidad de un superdotado.

 

Las personas con alta intensidad emocional sienten y expresan sus sentimientos de una manera diferente. De hecho, las emociones primarias como el miedo, la ira, la alegría, la tristeza, la sorpresa e incluso el asco, que se caracterizan por su corta duración, en ellas duran mucho más tiempo. Cuando una persona con alta intensidad siente alegría, la siente de manera muy profunda, muy viva, la exprese o no de manera vehemente. Por contra, cuando siente miedo o cualquier otra emoción negativa, puede verse secuestrado por ella hasta el punto de no retorno, de nuevo, la exprese o no.

 

Al contrario de lo que se piensa no siempre tienen sus emociones a flor de piel (alta sensibilidad), sino que las sienten de forma muy profunda, las demuestren o no. De hecho suelen presentar un gran interés por la inteligencia emocional, tanto en lo que respecta a la inteligencia intrapersonal (el modo en cómo nos relacionamos con nosotros mismos) como a la inteligencia interpersonal (el modo en cómo nos relacionamos con los demás).

 

En palabras del prestigioso psicólogo, periodista y escritor Daniel Goleman,

Los sentimientos desempeñan un papel fundamental para navegar a través de la incesante corriente de las decisiones personales que la vida nos obliga a tomar. Es cierto que los sentimientos muy intensos pueden crear estragos en el razonamiento, pero también lo es que la falta de conciencia de los sentimientos puede ser absolutamente desastrosa…

 

Intensidad Intelectual

 

La intensidad intelectual es la que más se relaciona con el CI, la curiosidad, el aprendizaje y en definitiva, el ansia viva por el conocimiento.

 

Las personas con alta intensidad intelectual son muy observadoras, curiosas, con una gran capacidad de atención y de aprendizaje. Tienen multitud de intereses, o más bien de inquietudes, demandando en ocasiones un nivel de comprensión por parte de sus congéneres que no es fácil de obtener. Son un gran activo para las empresas si su proyecto de vida se alinea con los intereses de la misma, aunque proclives al aburrimiento en entornos no estimulantes.

 

Creativos, inquietos, iniciadores y con un gran potencial.

 

Obviamente la alta intensidad también tiene su lado malo, sobre todo cuando no se gestiona adecuadamente. A nivel físico puede provocar importantes niveles de estrés, en el ámbito emocional ser causa de no pocos sufrimientos y en el intelectual cierta tendencia al aislamiento social.

 

De modo que la próxima vez que escuches «Eres una persona muy intensa» no lo dejes ahí, arranca una conversación, pregunta y averigua si esa intensidad que parece ser te identifica se ve como algo positivo, que aporta valor, o es un punto de mejora.

 

No tienes por qué estar de acuerdo, pero recibir un feedback de este tipo es como mínimo muy útil para aprender sobre tí mismo y continuar transitando el interesante camino del desarrollo personal.