leer

 

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La lectura forma parte de nuestra vida desde que somos niños. A muy temprana edad nos sumergimos en este mundo de letras que al principio nos resulta incomprensible pero que, con el tiempo, se convertirá en un compañero de viaje imprescindible en nuestras vidas.

 

Normalmente aprendemos a leer desde muy pequeños, aunque hay numerosas posturas a cerca de cuál es la edad más apropiada para hacerlo.

 

Algunas postulan que cuanto antes mejor, otras aseguran que instar a los niños a hacerlo antes de una determinada edad daña su creatividad y su curiosidad y las hay que defienden que su aprendizaje debe ser un proceso más personalizado, demandado por el propio niño y no impuesto por el sistema educativo.

 

Es difícil posicionarse ya que hay niños que aprenden prácticamente solos y sin esfuerzo, y los hay que a muy avanzada edad muestran todavía serias dificultades. En todo caso, lo que realmente importa no es si aprenden antes o después, sino la relación que éstos desarrollan con la lectura.

 

 

La hora del cuento

 

 

La mayoría de los padres leemos a nuestros hijos desde muy pequeños, normalmente a la noche, antes de acostarlos. Es un hábito fundamental para que los niños duerman como verdaderos angelitos.

 

«Baño, cena, cuento y a la cama»

 

Aunque no sólo lo hacemos para que duerman como reyes y no se despierten por la noche, sino porque el momento del cuento es sin duda uno de los mejores del día. En ese instante te conviertes en su mayor ídolo, en el gran contador de historias, el ser de las mil voces, su héroe o heroína, su persona especial.

 

Es algo mágico. Pero…

 

 

¿Cuándo dejamos de hacerlo?

 

 

Lamentablemente el maravilloso hábito que empezamos a construir desde bien pequeños va desapareciendo casi sin darnos cuenta pocos años después, sin que seamos conscientes la mayoría de las veces de que no era de pequeños cuando más lo necesitaban, sino ahora, cuando ya lo han aprendido.

 

Leer por placer es algo que nace a muy temprana edad, pero que necesita de un ejemplo que estamos dejando de dar.

 

Los niños aprenden por lo que les decimos pero aprenden más por lo que hacemos. Son verdaderas esponjas que hacen lo que ven así que si no ven lo que queremos que hagan, difícilmente lo harán.

 

Que sí, que ya son más mayores, que ya duermen solos y no necesitan un cuento y que ahora nos dan las buenas noches y se van solitos a la cama mientras nosotros le hacemos un guiño al sofá.

 

Pero ¿Qué hacen antes de acostarse? ¿Leer?

 

Si la respuesta es no, admitámoslo. No lo hemos logrado. No hemos conseguido que permanezca en ellos el hábito de lectura.

 

Y siendo así, como padres y como adultos, debemos dar marcha atrás y empezar de nuevo.

 

Evidentemente no necesitan que les leamos, pero igual sí necesitan leer junto a nosotros. Que nos acostemos todos un ratito antes, que compartamos un lado de la cama y que cada uno, libro en mano, disfrute de un instante familiar de plena lectura.

 

Luego si eso, con suerte, decidirán continuar con este hábito por sí mismos.

 

 

Leer por puro placer

 

 

Y si no es nuestro fuerte, que puede que no lo sea o que estemos tan agotados que el sólo hecho de compartir media hora al día leyendo juntos se nos haga una odisea, tiremos de extraescolares.

 

Curiosamente pocos padres se plantean no llevar a sus hijos a ballet, hip-hop, patinaje, atletismo, judo o sobre todo, futbol. Todas ellas y algunas más, son actividades deportivas que en muy contadas ocasiones se quedan desiertas ya que tenemos claro lo importante que es la práctica de ejercicio físico para que se formen como personas fuertes y sanas.

 

Y entonces, si también somos conscientes de la importancia de la lectura en su formación intelectual, ¿Por qué dejamos de fomentarla?.

 

Tan sólo apuntar de vez en cuando a nuestros hijos a un taller de lectura, o hacer dos veces al mes una visita juntos a la biblioteca afianzaría sustancialmente ése hábito tan necesario para ellos.

 

Según la publicación del Ministerio de Cultura y Deporte sobre Los Hábitos de lectura y compra del libros del 2017 el 80 % de los jóvenes de 10 a 14 años lee frecuentemente pero tan sólo un 48 % lo hace después de forma asidua. Y pese a que los hábitos de lectura «por placer» han mejorado sustancialmente, siguen siendo datos muy por debajo de lo esperado.

 

 

Beneficios de la lectura

 

 

La lectura es algo maravilloso que dota al ser humano de grandes beneficios:

 

  • Nos ayuda a conectar mejor con otras personas, a cultivar nuestras habilidades sociales y a desarrollar la empatía.
  • Es un medio para conectar con nuestras emociones, mejorando nuestra inteligencia emocional y autoconocimiento.
  • Amplía nuestro lenguaje y nos muestra diferentes puntos de vista.
  • Nos acompaña en nuestra soledad.
  • Reduce el estrés.
  • Frena el deterioro cognitivo.
  • Mejora el sueño.
  • Aumenta nuestra capacidad e concentración.
  • Nos hace menos violentos.

 

En definitiva, la lectura mejora nuestra calidad de vida y nos hace, sencillamente, más felices.

 

 

Por todo ello y mucho más, cultivemos el placer de leer, el de leer por puro placer.