La importancia del trabajo

 

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Acabo de ver el video de Sergio Fernández, presidente del Instituto de Pensamiento Positivo, que trata sobre la importancia del trabajo. De hecho, más bien, trata de descubrir nuestra Misión en la vida,  el paso N.º 1 de su seminario Vivir sin jefe, y aunque no he asistido al mismo me queda muy clara una idea que transmite, una idea que pese a ser básica y muy evidente es terriblemente difícil de llevar a cabo.

 

 

«Dedícate a aquello que te gusta, para lo que has nacido, con el fin de no tener que trabajar ni un solo día más en tu vida»

 

 

Obvio ¿no?

 

 

Pues SÍ, pero NO.

 

 

Es evidente que la felicidad se encuentra en el día a día y no sólo en los grandes momentos. Y en ese día a día entra sin duda el trabajo, que forma parte de nuestra vida no sólo como una forma de ganarse el sustento, sino también como un medio para fortalecer nuestro amor propio.

 

 

Por tanto, tener que trabajar en algo que no te gusta, además de provocarte infelicidad, supone minar al menos una de sus grandes ventajas, el fomento de nuestra autoestima.

 

 

Pero cuidado porque no tener que trabajar, aunque parece ser el sueño de muchos, no es tan milagroso como imaginamos.

 

 

Veamos varios de los beneficios del trabajo:

 

1.- Proporciona recursos económicos
2.- Aporta un grupo de pertenencia
3.- Fortalece la autoestima
4.- Fomenta las relaciones personales
5.- Contribuye al bienestar social
6.- Brinda un propósito de vida

 

Proporciona recursos económicos

 

Sin duda alguna, si preguntáramos en la calle a aquellas personas que tienen el privilegio de trabajar en nuestros días Por qué lo hacen, la mayoría respondería ante todo que lo hace por dinero.

 

Y sí, éste es un buen motivo. De hecho es un gran motivo, no nos engañemos.

 

Según Abraham Maslow – uno de los psicólogos estadounidenses más importantes de nuestros tiempos- y su pirámide de las Jerarquías de las Necesidades Humanas, en el puesto N.º 2 se sitúan las “Necesidades de Seguridad”, entre las que podemos encontrar el empleo.

 

El empleo nos aporta seguridad porque con el dinero que ganamos podemos adquirir bienes básicos para nuestra supervivencia, para cubrir parte de nuestras “Necesidades Fisiológicas”, que según Maslow se encuentran en el puesto N.º 1, es decir, en la base de su pirámide.

 

Vaya, que se trata de trabajar para comer. De Perogrullo diría mi madre. ¿o no?

 

Pero no es lo único, esa es la idea – pensar que además de dinero, cuando trabajamos, obtenemos muchos más beneficios de los que imaginamos a priori.

 

Aporta un grupo de pertenencia

 

El hecho de tener un trabajo te obliga, de un modo u otro, a pertenecer a un amplio grupo social.

 

Primero perteneces a la población del país que está “en activo”, que no está mal. Formar parte de la cola del paro no es plato de buen gusto para nadie.

 

Luego te identificas con el grupo de empleados por cuenta ajena o con los autónomos de toda la vida. Cada uno tiene sus más y sus menos pero estás en uno, en otro o incluso en ambos.

 

En un nivel paralelo está el sector laboral en el que trabajas –servicios, salud, economía, industria… – Piénsalo cuando escuchas noticias sobre el mismo, tú formas parte de él.

 

Si vamos estrechando el círculo, en tu empresa te relacionas con tus jefes y con tus compañeros, clientes, proveedores y otros integrantes de tu entorno laboral.

 

Vaya, que el radio de acción en cuanto a las relaciones personales que puedes tener cuando trabajas es bastante amplio, sin mencionar el tema redes sociales que hoy en día está tan de moda.

 

En ocasiones pensamos que nuestro trabajo no nos aporta gran cosa, que nuestros compañeros son unos pesados y ¡no hablemos del jefe!, o de nuestro sector, estresante al máximo. Pero debemos verlo también desde esta otra perspectiva, debemos darnos cuenta de la importancia del sentido de pertenencia a un grupo –otra de las Necesidades básicas de Seguridad que nos muestra Maslow- ya que es fundamental para nuestro desarrollo y favorece nuestra actitud de cooperación.

 

 

Fortalece la autoestima

 

La autoestima viene a ser la percepción que tenemos de nosotros mismos, cómo nos vemos, como nos valoramos y cuánto nos respetamos.

 

Lamentablemente es bien sabido que aquellas personas que llevan mucho tiempo en el paro ven sustancialmente mermada su autoestima, no ya sólo por el hecho de que se sientan incapaces de llevar un trozo de pan a casa, como se decía antaño, sino porque dejan de respetarse a sí mismos por ello.

 

Así que sin ánimo de ahondar en el sentimiento de culpa o tristeza de aquellos que no tienen al alcance de la mano un empleo, valoremos más el nuestro, porque con ello nos valoramos más a nosotros mismos y sin duda fortalecemos nuestra autoestima.

 

 

Fomenta las relaciones personales

 

Por eso de que el trabajo aporta un grupo de pertenencia también fomenta las relaciones personales.

 

Si tenemos la suerte de llevarnos bien con los compañeros, e incluso con “el jefe” o cualquier otro miembro de nuestro entorno laboral, con toda probabilidad acabaremos conociendo en mayor medida a estas personas y permitiremos también que ellas nos conozcan mejor a nosotros.

 

¿Quién no agradece echar una cañita con los compañeros de vez en cuando después del trabajo? ¿O quedar un día para andar en bici?,  y no digamos para celebrar el cumpleaños de éste o la boda de aquél.

 

Aunque no le demos importancia a estar en el grupo de WhatsApp de turno, sí que la tiene, ya sea para estar al tanto de las ultimas noticias del trabajo como para echarte unas risas con el meme que ha colgado el gracioso del grupo.

 

Y ya, si trabajas en equipo y tienes la suerte de que tu empresa se preocupe por mejorar las relaciones entre sus miembros, igual acabas participando en alguna dinámica de grupo que aparte de enseñarte mucho sobre tí mismo hará que lo pases estupendamente.

 

No lo neguemos, con sus más y sus menos, las relaciones interpersonales que se generan en el trabajo son muy importantes.

 

 

Contribuye al bienestar social

 

Cuando trabajamos y obtenemos una renta por ello, tenemos obligaciones fiscales que aunque no son plato de gusto de casi nadie tienen un objetivo social, el de recaudar dinero para pagar los gastos de nuestra sociedad.

 

Con nuestros impuestos contribuimos al bienestar social ya que con ellos logramos que se pague la sanidad pública, que se construyan centros escolares, museos, bibliotecas, carreteras, parques infantiles, que se mantengan los servicios de seguridad y protección al ciudadano y que se paguen las pensiones a nuestros jubilados, entre muchas otras cosas.

 

Ya, que esto se haga bien o mal, o que injustamente unos paguen más que otros u otros paguen menos de lo que lo que les corresponda, es harina de otro costal. Pero que en mayor o menor medida todos cuantos trabajamos contribuimos a ello, está claro.

 

Y no sólo lo hacemos económicamente, si tenemos la suerte de que nuestra empresa es socialmente responsable y se preocupa por su entorno, con nuestro esfuerzo como parte de la misma también mejoraremos el mundo en el que vivimos.

 

 

Brinda un propósito de vida

 

Cuando vamos a trabajar tenemos un objetivo, una misión, un propósito. Y eso nos hace sentir útiles, nos aporta estabilidad emocional y le da sentido a nuestra existencia.

 

Y tranquilo si crees que no lo tienes, porque como también dice Sergio Fernández en su seminario “Todos nacemos con un propósito en la vida, con un fin. Es algo universal. No vas a ser tú el único raro del universo”

 

Y yo añado mi pequeña aportación personal:

 

 

«Dedicarnos a aquello que nos define nos hará libres»

 

 

 

Dicho todo esto, y aunque la palabra trabajo tenga de por sí connotaciones negativas (lo que no es extraño porque viene del latín tripaliare, que deriva de tripalium -tres palos- que era un instrumento de tortura con tres estacas a las que se amarrada al sujeto para luego golpearlo hasta la extenuación) no es en realidad algo tan malo.

 

 

Quizás hoy este término este evolucionando o ya no esté de moda hablar de trabajo sino de «propósito», «objetivo» e incluso «misión». Pero lo llamemos como lo llamemos, nos guste o no nuestro trabajo, debemos ponerlo en valor.

 

 

A partir de ahora, te invito a que pienses un poco más cuando sueñas con que te toque la lotería para dejar de trabajar.

 

 

¿Realmente lo harías? ¿O simplemente cambiarías de empleo?