La felicidad no es cosa de dos

 

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Nos educamos con cuentos de hadas, con princesas que necesitaban ser rescatadas de su encierro en una torre, salvadas de una malvada madrastra o despertadas de su letargo eterno con un beso de amor. Nos educamos en la creencia de que la felicidad es cosa de dos.

 

Pues no. Fíjate que no.

 

Hace bien poco – es para darse de cabezazos, ya lo sé- me he dado cuenta de que la felicidad no es cosa de dos, de hecho la felicidad es tan sólo cosa de uno mismo.

 

Nadie, por mucho que te quiera y por mucho que te ame con toda su alma, es capaz de hacerte feliz. No puede, y no es cuestión de si lo desea o no, ni de que lo intente con todas sus fuerzas, es simplemente que no tiene ese poder, que no está en su mano lograrlo.

 

Insisto, NO PUEDE.

 

A ver, que con esto no quiero decir que si tenemos la suerte de disfrutar de una fabulosa relación de pareja en la que el amor campa a sus anchas, la comprensión flota en el aire cual nube blanca y el respeto mutuo nos mantiene unidos como el super glue, no podamos ser felices. Nada más lejos de la realidad. Tan sólo quiero decir que nuestra pareja no es responsable de nuestra felicidad, aunque en este caso forme parte de ella.

 

 

¿Y para qué tanta filosofía?

 

 

Pues para que liberemos a nuestros compañeros o compañeras de esa pesada carga. Para que les demos la más absoluta libertad para ser ellos mismos, con sus más y sus menos, sin la necesidad constante de hacer lo que crean necesario para hacernos felices. Porque no está en su mano lograrlo y porque no les corresponde.

 

Pensemos… ¿Cuántas veces, de manera inconsciente, actuamos como la princesa del cuento? Como un ser que tiene que ser rescatado de su realidad porque por sí solo no puede. Y en este caso no necesitamos despertar de un sueño eterno ni dejar de fregar los platos para vivir en el palacio real, lo que deseamos es ser felices, y pretendemos que esa felicidad nos sea dada a través de un profundo y bello beso de amor.

 

 

La felicidad no es…

 

 

Pero la felicidad no es un objeto que se regale o se preste. Es algo mucho más profundo. La felicidad es el lugar desde donde… desde donde tú existes, desde donde tú eres… y siendo un lugar, no te lo pueden dar.

 

Recuerdo una frase … «Si no te quieres tú, nadie lo va a hacer»…

 

No estoy de acuerdo con que si no te quieres tú mismo nadie lo vaya a hacer, de hecho estoy segura de que hay muchas personas tristes y apesadumbradas que tienen la autoestima por los suelos y no sienten la más mínima gota de amor por sí mismas, rodeadas de un amor incondicional por parte de sus seres queridos.

 

Pero sí estoy de acuerdo con el te quieres tú. Y ahí radica tu responsabilidad como individuo, el respetarte, quererte, mimarte y amarte como deseas que lo hagan los demás. Y desde ahí, desde ese amor hacia tí mismo -sin caer en el narcisismo más absoluto- encontrarás el camino hacia la felicidad, hacia ese lugar desde donde tú existes.

 

Así que libera a tu pareja -que al fin y al cabo de esto trataba este post- de tan pesada carga. Déjale que siga su propia búsqueda, que crezca totalmente libre y que disfrute de vuestra relación tal y como ésta es, sin la enorme responsabilidad de tener que hacerte feliz, porque ése no es su trabajo.

 

Dile: «Cariño, si me quieres no me hagas feliz, no me des todo cuanto creo necesitar, no me ayudes así… Tan sólo acompáñame y disfruta de todo cuanto aprendo, de mis logros, de mis virtudes encontradas y de mi tímida sonrisa…»

 

 

Cariño, si me quieres, no trates de hacerme feliz, porque de eso me encargo yo.