La muerte

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Cuando entré en el mundo de las Altas Capacidades leí en varios artículos que los niños superdotados tienen pensamientos trascendentales a muy temprana edad, y concretamente se preocupan por «La muerte».

 

¿Qué ocurriría si mis padres faltaran? ¿Qué hay después? ¿Qué significa en realidad?

 

En mi caso la muerte es un pensamiento recurrente desde mi niñez. Y todavía de adulta sigue siéndolo.

 

Cuando en alguna ocasión lo comentas con alguien observas miradas de escepticismo. Casi escuchas esa pregunta implícita sobre si estás o no deprimida, si todo va bien, si necesitas un psicólogo o peor aún, si has pensado en dejar este mundo antes de lo previsto.

 

Pues no, no tiene nada que ver. Reflexionar sobre la muerte -estando psicológicamente sano- es una cuestión más trascendental, algo existencial. Y al fin y al cabo, dado que el instinto más primario del ser humano es el de supervivencia, es lógico pensar también en lo contrario ¡digo yo!.

 

Sobre la muerte nos podemos hacer varias preguntas.

 

 

A cerca del ¿Cómo?

 

 

Todos cuando nacemos asumimos que vamos a morir. La muerte es un hecho, y no es negativa en sí misma, si no todos seríamos inmortales. Y esto en una película está muy bien pero yo me imagino viviendo trescientos años y me entra el telele.

 

El hecho en sí no es aceptar o no la muerte, sino asumir que no dominamos el Cómo.

 

Nadie sabe cómo le llegará. Si será de repente o le llevará meses. Si le llegará sufriendo o será una bienvenida delicada. Si casi no se enterará – eso de que sea mientras duerma- o la verá venir con los ojos abiertos.

 

Esa incertidumbre es lo difícil de llevar. Pero lamentablemente nadie puede responder a esto, así que hay que saber convivir con ello. O no pensarlo, como hacen muchos.

 

 

A cerca del ¿Cuándo?

 

 

Cuando somos jóvenes no nos cuestionamos Cuándo moriremos, pero conforme vamos cogiendo años empezamos a hacerlo.

 

A mí no me preocupa especialmente irme ya, siento gratitud por la vida que he vivido y las emociones que he sentido, pero como a la mayoría me dolería hacerlo ahora.

 

No ver crecer a mis hijos, no estar ahí para acompañarles en sus alegrías y en sus penas, y saber que mi marcha temprana les causaría un intenso dolor, me asusta.

 

Pero tampoco es que me lo plantee continuamente, sólo de vez en cuando. Y al hacerlo me digo a mí misma que pase lo que pase crecerán y madurarán con ello, y que mi amor por ellos es tan grande que lo recordarán siempre. ¡O al menos eso espero!

 

 

A cerca del ¿Qué?

 

 

El Qué es la pregunta más importante, la trascendente, y la que se cuestionan en su mayor parte las personas que tienen Altas Capacidades.

 

No digo por ello que quienes no las tengan no se lo pregunten, ni que preguntárselo implique que sí se tienen (bueno, en vaya jardín me he metido). El caso es que existe una cierta relación entre ambas cosas, ya que los niños (y no tan niños) superdotados tienen más a menudo y más temprano pensamientos trascendentales, y sobre estos la muerte se lleva la palma.

 

 

¿Y qué hay después de la muerte?

 

 

Pues ni idea, nadie lo sabe con certeza.

 

Mucha gente dice que antes de morir han visto pasar su vida ante sus ojos, en un microsegundo. Que han visto una luz, que han sentido paz y que notaban cómo su alma se separaba de su cuerpo.

 

¿Y después?

 

Nadie lo sabe. Nadie ha estado allí lo suficiente y ha vuelto como para poder contarlo.

 

Y a mí esto me preocupa particularmente. Y me da miedo pensar que esa barrera la cruzaré totalmente sola porque tu muerte tiene eso, que sólo te afecta a tí. Que vas hacia ella más solo que la una.

 

¿Y qué se siente?

 

Pues algunos dicen que paz.

 

Yo creo en la existencia del alma y creo que la mía abandonará mi cuerpo -este envase- y cruzará ese umbral. El alma es lo que uno es en realidad, tu esencia, tu ser. Y viajará hacia la luz – que yo soy una buena persona y a mí me tocará la luz – y se sentirá en paz.

 

Y al fin y al cabo,

 

 

¿Qué es la muerte sino un cambio?

 

 

Para algunos incluso una salida. No se puede negar que quienes la desean y la buscan lo hacen porque escogen la incertidumbre a su realidad, sea esto egoísta o no. No es cuestión de juzgar.

 

Pero el hecho es que la muerte es un pensamiento familiar, no desde la pena, ni desde el dolor, sino desde la pregunta, la curiosidad y el planteamiento de la propia existencia.

 

Y nadie tiene una respuesta clara. Por ello, hace poco más de diez años, en la Universidad de Southampton, en el Reino Unido, un prestigioso grupo de científicos dirigidos por Sam Parnia (Erasin Death y The Lazarus Effect) elaboraron el estudio AWARE que independientemente de sus conclusiones -existe conciencia después de la muerte- pone en relieve que es un cuestión sobre la que sentimos gran curiosidad.

 

Así que dicho esto me permitiré continuar pensando en la muerte, de forma existencial, como un proceso de cambio más que nos llegará a todos.

 

Y si tienes un niño pequeño que se lo cuestiona, trátalo con naturalidad.