Para la gran mayoría ya se han acabado las vacaciones y empiezan a verse las primeras señales de depresión posvacacional.
Aunque yo todavía no la he pillado (me he reincorporado ya al trabajo pero como suelo dejarme algunos días para septiembre aún no siento que se haya acabado mi período estival) se estima que un tercio de la población activa la sufre, y de los otros dos tercios, se prevé que gran parte de ellos padecerán al menos fatiga y algo de estrés, producidos por su inadaptación a la rutina después de las vacaciones.
Y es que la depresión posvacacional es para tomársela en serio, ya que sus síntomas van desde cuadros de ansiedad, cansancio, dolor de cabeza, falta de apetito y apatía entre otros, hasta una cierta sensación de tristeza que nos acompaña continuamente.
Esta última es la causa de que comúnmente hablemos de “depresión posvacacional” pese a que lo más acertado sería hacerlo de “síndrome posvacacional”, por eso de que sus síntomas normalmente son temporales.
¿Y qué podemos hacer para combatir la depresión posvacacional?
Pues se recomiendan varias cositas, todas ellas fáciles de llevar a cabo y de incorporar en nuestra vida cotidiana, aprovechando la coyuntura.
Ejercicio al aire libre
Esta combinación es mágica. Ejercicio y Aire libre.
El ejercicio es bueno para todo. Es bien conocido el hecho de que el deporte hace que aumente el colesterol “bueno” reduciendo el “malo”, que ayuda a la eliminación de las grasas y además previene enfermedades.
Pero digo yo que si tienes el pañuelo lleno de lágrimas y te sientes como un trapo -por eso de la depre- éstas no serán razones suficientes para hacerlo.
No desesperes, que no te he dicho lo mejor, y es que el ejercicio hace que liberemos endorfinas, un opiáceo natural y “bueno” que nos hace sentir happys de la vida. Lo del “aire libre” le añade un plus por eso de que es más sano y natural, aunque si no puede ser, no preocuparse que con sólo ejercicio también nos vale
Rutina, rutina y rutina
Es curioso que la vuelta a la “rutina” sea la causa de la depresión posvacacional, sin embargo el seguir cuanto antes unos horarios de sueño y alimentación adecuados nos ayudarán a pasarla lo antes posible.
Si con eso de que no podemos ni con el pelo nos quedamos viendo la televisión hasta tarde, o picoteamos a todas horas, la sufriremos más tiempo.
Volver por tanto a unos hábitos adecuados -dormir ocho horitas mínimo y hacer desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena a intervalos de tres horas y media o cuatro– hará que en unos días estemos como nuevos.
Dieta equilibrada y saludable
No “dieta” propiamente dicha, que no es cuestión de agobiarse ahora por esos kilos de más que se han cogido gracias a nuestras constantes visitas al chiringuito de la playa, más bien se trata de llevar una “alimentación saludable”.
Comer bien, y como he indicado antes, a horarios adecuados, hace que nuestro cuerpo se sienta mejor –menos hinchado, menos cansado y más fuerte en definitiva.
Y si nos encontramos bien físicamente, nos sentimos mejor psicológicamente, logrando igualmente que nuestra depre sea mucho más pasajera.
Disponer de espacio y tiempo personal
Esto es importante.
Tenemos que tratar de incorporar en esa rutina diaria un poco de tiempo para nosotros solos, ya sea porque nos apetezca leer ese libro que dijimos que leeríamos estas vacaciones pero que no sacamos de la bolsa de la playa o que aprovechemos para hacer ese curso al que le tenemos echado el ojo desde hace tiempo.
Lo que nos apetezca, una masajito, una cata de vinos o depilarnos las cejas, sea lo que sea mimémonos un poco.
Meditación
Recomiendo empezar –si no se practica ya- a hacer meditación.
Con sólo diez minutos al día y al cabo de un tiempo, si es posible, media hora, lograremos que nuestra mente camine libre y ligera por la vida.
La meditación nos aporta bienestar psicológico, y según los entendidos meditar de forma cotidiana puede sencillamente cambiarnos la vida.
“Practiquen la meditación. Es algo fundamental. Una vez que se la disfruta, ya no se la puede abandonar, y los beneficios son inmediatos.”
-Dalai Lama-
Actitud
No cabe duda que, de todo esto, lo más importante es la actitud.
Tomémonoslo con filosofía.
Si estamos depres porque volvemos al trabajo, porque se han acabado esos días en los que nos tirábamos sobre la toalla en la playa, o donde caminábamos haciendo el Camino de Santiago junto a nuestra pareja mientras pensábamos en nuestras cosas y disfrutábamos del paisaje… aquellos en los que no madrugábamos y remoloneábamos en la cama jugando con los críos, en los que simplemente ni siquiera se nos pasaba la palabra trabajo por la cabeza… no pasa nada, ya volverán y aunque tarden en hacerlo, lo importante es disfrutar del día a día, del presente, del ahora, y de las pequeñas cosas de la vida, por muy manida que resulte la frase.
Si pudiéramos dejar de “ir a trabajar” para cumplir con nuestro sueño, para dedicarnos a aquello que nos define, que se nos da bien y que nos gusta, seríamos inmunes a la depresión posvacacional. Pero eso, eso es un tema que dejo pendiente para otro día.
Ahora dime ¿tú qué haces para combatir la depresión posvacacional?