1 estrella2 estrellas3 estrellas4 estrellas5 estrellas (Ninguna valoración todavía)
Cargando...

 

Estoy agotada… tomo vitaminas a porrillo, como bien, duermo lo correcto o un poquitín menos y aún así estoy agotada.

 

¡Pero qué horror!

 

Reconozco que aunque adoro a mis hijos me tienen exhausta, mi sensación más habitual desde que soy madre es el cansancio, ellos tienen energía para parar un tren y yo no puedo ni con el pelo.

 

Añoro tener tiempo para leer, para ver una película sola, para aburrirme incluso…  pero nada, que no se puede, hay que asumirlo, más, cuando seguramente habrá personas por ahí deseando disfrutar de todo esto.

 

Son unos cansinos, adorables, pequeños, achuchables y encantadores pero cansinos, sí señor, lo son y punto, y por lo que tengo entendido cuando crecen esto va a peor, y nosotros vamos a menos, como es natural.

 

Aunque tienen sus cosas buenas: a mi hijo pequeño -que adora posar su cabeza en mi tripa- le dije que igual con suerte algún día perdía las chichas que tengo y tendría un abdomen duro y musculado.

 

– ¡¡¡Nooooo!!!!

Gritó y lloró desconsolado…

– No te vuelvas flaca por favor, ¡¡¡yo quiero que sigas gordita porque me encanta tu tripa blandita!!!

– Buahhhhh…

El Buahhhhh era mío que con su aplastante sinceridad admitió que me quería tal cual, sin nuestros complejos,  pero me llamó «gorda» tan ricamente.

 

Esto es lo que hay…

 

Ahora lleva más de dos horas para recoger el despliegue de juguetes que ha montado por todo el salón y yo no tengo fuerzas ni para ayudarle.  Tenemos cena con los amigos y yo me quiero quedar viendo una peli antigua y sola, sola, soooola… ¡qué a gustito iba a estar!

 

Pues va a ser que no. Hay que mover: ducharse, vestirse, peinarse, maquillarse… uf, si es que no puedooorrrrr….

 

 

 

¡Estoy agotada!