Asertividad: Supone transmitir de forma adecuada tus opiniones respetando las ajenas, aunque éstas difieran de las propias. Contraria a la Pasividad o a la Agresividad.
Si nos viéramos en la tesitura de romper de forma consciente nuestros principios y valores más fundamentales por quedar bien con alguien, la respuesta inequívoca en la mayoría de los casos sería NO.
Esto no es difícil si se da el caso.
Todos pensamos en los pecados capitales y más o menos nos mantendriamos en un NO rotundo.
Sin embargo, hay situaciones, nimias, que no nos acarrean un gran esfuerzo, que sí pueden suponer romper ciertos valores con uno mismo y donde la respuesta normalmente es SÍ porque prima «quedar bien».
Pongo un ejemplo, que a veces me enrollo como las persianas.
Es habitual en los colegios que al finalizar cada ciclo educativo, los niños y niñas entreguen a los profesores un bonito detalle de agradecimiento. Esto pasa normalmente en los primeros años escolares.
Este detalle claramente muestra el agradecimiento que los padres sienten sobre la inestimable labor que los docentes han llevado a cabo en tarea tan difícil como la formación académica de nuestros pequeños retoños.
Pues bien.
¿Y si consideras que no ha sido así? ¿Si piensas que solo han hecho su trabajo? ¿Si crees que no han sido tan competentes como para premiarles? O si simplemente entiendes que hay que dejarse de tanta parafernalia…
Puedes no participar en la colecta social, cláro que si, pero ¿realmente lo haces?
Lo habitual es que esta iniciativa parta de un colectivo de madres -yo todavía no he visto ninguna de padres- que quieren a fin de curso seguir esta bonita costumbre.
WhatsAppean al grupo proponiendo el tema y dejando bien claro que «no es obligatorio» y «que cada cual puede hacer lo que quiera». Estoy segura de que realmente lo piensan pero, si replanteas el tema, haciendo hincapié en que «se debería premiar lo extraordinario» tardan milésimas de segundo en enfatizar de nuevo el hecho de que «no es obligatorio» y que «cada cual es libre de tomar sus propias decisiones», como si eso fuera lo importante.
Pero tú no has pedido que no se participe, ni siquiera has dicho si estás o no de acuerdo con esta costumbre, simplemente has indicado que se debería meditar sobre ello, lo que viene a ser, tomarse un tiempo de reflexión.
Y aquí es donde entra la asertividad que tiene o no tiene cada uno.
Porque como tu planteamiento no gusta a aquellos que están encantados con la idea y se hace necesario apagar cuanto antes la llama de la rebelión, al segundo y medio de tu petición ignoran la misma y empiezan a organizar las listas de apoyo a la susodicha iniciativa.
No nos engañemos.
La decisión estaba tomada de antemano.
Así que tú, como madre que -como es evidente en este caso- no compartes su opinión sobre la labor del profesorado, te ves abocada o bien a exponerte e ir en contra de la inmensa mayoría o, peor aún, a callar y participar de ella en contra de tus propios principios.
Yo esta vez, y espero que sirva de precedente, no lo he hecho.
No voy a entrar aquí en los numerosos motivos por los cuales no estoy satisfecha con la educación que se imparte hoy en día en los colegios a nuestros hijos. Quizás otro día.
Pero sí voy a ser fiel a mi misma y a no participar de iniciativas que no comparto, a no seguir la línea del «quedar bien» en pro de mi salud mental que se ve muy afectada cuando mis actos, por pequeños que éstos sean, no se corresponden con mis valores y con lo que yo considero justo.
Puede dar la impresión de que critico el hecho de entregar un regalo de agradecimiento a los profes y no, nada más lejos de ello. Lo que quiero decir, con mayor o menor acierto, es que se debería recapacitar sobre ésta y otras muchas costumbres que te arrastran a participar de ellas sin pensar verdaderamente en lo que significan.
Al final este tipo de comportamientos son los que de uno u otro modo transmitimos a nuestros hijos.
En fin…
Como dice mi marido: batallas perdidas de antemano que no debería lidiar.
Como digo yo…